El tratamiento autónomo de la fachada como edificio exento formada por una piel densa, plegada y separada de las medianerías, así́ como la ocupación profunda del espacio interior de la planta baja a doble altura, a través del pasaje entre dos calles, esponjan la trama urbana potenciando la vocación pública del edificio y determinando un «lugar» que identifica esta calle de ensanche residencial dentro del contexto más amplio de la ciudad.
La obligatoria disposición en planta interior, obliga a buscar la «luz» por todos los medios, ahuecando el espacio con una escala de tratamiento de la estructura y de los revestimientos que lo diferencian del uso comercial del resto de la calle.
El programa más minucioso se resuelve mediante una caja mueble que contiene las zonas de trabajo y establece una jerarquí́a de funciones dotando a cada una de su escala adecuada.
El resultado final: el uso y adecuación de este espacio en el sentido más amplio, y su presencia en la ciudad vienen a confirmar y validar la idea de partida del concurso de arquitectura que dio origen a este proyecto.