Un solar profundo encerrado entre dos medianerí́as de siete plantas en una calle estrecha más una ordenanza que solo permite construir cuatro alturas, es el punto de partida del concurso para construir la sede del COACM.
No pudiendo adaptarse a la escala y las malas vistas del entorno, el edificio se aísla, presentando un frente a la calle ciego, en diálogo con las dos medianeras que se tratan í́ntegramente con estuco blanco haciéndolas entrar en la composición como auténticas fachadas, fondos de lucernarios verticales que aportan luz al interior.
A partir de aquí́ el espacio se estira hacia dentro ocupado por bandejas longitudinales exentas que reciben la luz reflejada a través de las grietas que quedan con las medianeras y desciende al sótano por el doble espacio junto al acceso.
La asimetrí́a respecto a las medianeras permite situar el acceso en la hendidura mayor próximo al paseo principal a donde aboca la calle y las vistas en escorzo de este desde las bandejas interiores.
A partir de la excavación del solar donde se sitúa el garaje al que se accede desde una calle rodada que atraviesa el patio de manzana, se apilan las partes del programa entretejido por dobles espacios que favorecen una lectura continua del interior: Sala de Exposiciones y Auditorio en Semisótano, Vestíbulo, Atención al público y Caja de Arquitectos en planta baja y Biblioteca, Aulas, Salas de juntas y Administración en las tres plantas restantes.