Dos prismas blancos formando una L abierta al sur-este se posan sobre un entramado de vigas riostras pilotadas para consolidar el terreno muy deslizante donde se asientan.
La construcción a base de losas continuas apoyadas en cierres de hormigón in situ y puntales metálicos intermedios, conforman un espacio interior continuo donde se aloja la vida de día abierta a las vistas al mar, a las plataformas exteriores y a la piscina en el borde del acantilado.
Los dormitorios se sitúan en un tercer prisma apoyado longitudinalmente sobre los anteriores, aunque desplazado hacia atrá́s del frente de fachada para ganar intimidad y aislamiento al interponer una amplia terraza con los espacios exteriores y de paso proteger el acceso a la vivienda con el vuelo resultante.
Tanto el espacio de estar, las dependencias cerradas de la cocina y el área de servicio en planta baja como los cuerpos de los baños y habitaciones en planta alta están tratados como cajas autónomas de madera, aluminio y cemento, cualificando los usos, dentro del entramado fluido que conforman las plataformas donde se asientan.